¿LA VIDA ES UN ESPECTÁCULO?

Este café estuvo inspirado en la seria de Black Mirror, más específicamente, del capítulo titulado: quince millones de méritos. Dicho hecho, comencemos…

El moderador, Gabo, comenzó explicando las reglas del café, aclarando que, aunque él no sea un experto en el tema que se abordará a continuación, intentará plantear preguntas que hagan que los cafés pensadores se cuestionen todo lo que escuchen de su parte. También dejo en claro que se puede cuestionar cualquier idea que él u otra persona vaya a plantear, siempre y cuando sea con argumentos y respeto; posterior a esto, Gabo planteo la primera pregunta a los asistentes que fue, ¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza con la palabra espectáculo?

Un cafépensador comento que el espectáculo es aquello que nos asombra, otro comento que es cuando la situación se alarga y uno más comento que es una forma de entretenimiento. A partir de estas respuestas, el moderador hizo dos preguntas más ¿Para qué algo pueda ser considerado un espectáculo tiene que ser planeado? ¿Tiene que haber espectadores para que dicha acción se considere un espectáculo?

Una café pensadora opino que no necesariamente, pero debe haber lineamientos que marquen la diferencia entre el espectáculo planeado y la improvisación; aplicado a la vida cotidiana, algunas personas podrían percibir la vida como un espectáculo en el sentido de que experimentamos una amplia gama de emociones, eventos y situaciones, a menudo impredecibles y a veces asombrosas. Hay momentos de alegría, tristeza, sorpresa, éxito, fracaso y mucho más, lo que puede compararse a la variedad de actos y escenas en un espectáculo.

En otras palabras, se podría decir que la interpretación de si la vida es un espectáculo es subjetiva y depende de la percepción individual de la existencia y de cómo se elige abordarla. Lo anterior podría tal vez con otras participaciones en las que se hablaba de que cada individuo decide tomar su vida como una aventura, llena de desafíos, caídas, aprendizajes y logros, pero también pudiendo ser una terrible tragedia dependiendo de la persona que viva o vea dichos eventos.

En cuanto a la segunda pregunta, una participante opino que quizás sí sea necesario que haya una persona ajena a nosotros para que eso que estamos haciendo pueda ser considerado como un espectáculo, pero una café pensadora comento que tal vez no sea del todo necesario, pues nosotros mismos nos llegamos a encasillar como creadores de espectáculos a partir de nuestras acciones, con la finalidad de ver nuestra vida como algo digno de nuestra propia atención y que para otras personas podría ser vista de la misma manera. Convirtiéndonos al final todo en un ciclo de nunca acabar al ser creadores de espectáculos que a su vez serán vistos por otros creadores de espectáculos.

Una café pensadora hizo una pregunta que, en lo personal, me intrigo bastante, la cual fue ¿Para que la vida pueda ser considerada un espectáculo esta tendría que ser espectacular? Esta pregunto surgió luego de que Gabo puso el ejemplo de que tendemos a publicar en las redes sociales las cosas que hacemos por más simples que están pudiesen llegar a hacer, desde el café que estamos por tomar hasta transporte público que no logramos alcanzar por intentar tomar una buena foto de ese café, y todo porque muy dentro de nosotros queremos mostrar que nuestra vida no es aburrida y que, por el contrario, es espectacular. Y es que, la afirmación de que la vida es un espectáculo no implica necesariamente que la vida debe ser espectacular en términos de grandiosidad, emoción extrema o acontecimientos extraordinarios en todo momento.

En realidad, la vida, en su esencia, es compleja y variada, compuesta por una amplia gama de experiencias que pueden incluir momentos espectaculares, pero también momentos cotidianos y ordinarios; un café pensador comento algo similar a esta reflexión ya que para él algo que podría ser visto como un momento cotidiano como el ver el amanecer, escuchar música, ver a la persona que nos atrae, etc., puede ser vista, desde nuestra propia perspectiva, como un espectáculo.

Cuando se utiliza la metáfora «la vida es un espectáculo», se está haciendo referencia a la idea de que la vida está llena de experiencias diversas, emociones intensas y cambios constantes, al igual que un espectáculo puede tener diferentes actos, escenas y emociones. Estos aspectos de la vida, tanto los notables como los mundanos, contribuyen a la riqueza y profundidad de la experiencia humana.

Gabo intento retomar todas las ideas anteriores con una pregunta que si bien no estaba del todo explicita durante el café, si se pudo percibir en los rostros de los cafés pensadores una cara del tipo “yo me hice esa misma pregunta”. Fue esta pregunta con la que se cerraría este episodio, y en palabras del moderador: el que se esté grabando el café para subirlo a Youtube para que otras personas lo vean ¿puede ser considerado como un espectáculo? Todos respondieron que sí, pero, ahora, yo te pregunto a ti cómo lector tú qué piensas.

¿CASTIGAR ES HACER JUSTICIA?

En esta ocasión el café filosófico estuvo basado en la serie Black Mirror, más específicamente en el capítulo: oso blanco. Dicho café fue animado por Sthepanie y María.

La primera pregunta con la que se inició este episodio fue ¿Qué es el castigo? Para un cafépensador el castigo es una sensación por una falta cometida, mientras que para otro el castigo es hacer justicia por haber lastimado o herido a alguien; también hubo respuestas por parte de otros cafépensadores que apuntaban a que el castigo no tiene que ser del todo malo para la persona que ha desobedecido las reglas establecidas, pues recibir un castigo implica una lección que haga que la persona que cometió una falta no lo vuelva a hacer y así estará en paz con los demás. Lo ideas anteriores se podrían resumir como que el castigo es una medida que se toma para desalentar o corregir un comportamiento no deseado al imponer consecuencias negativas como respuesta a dicho comportamiento. Su efectividad y moralidad pueden ser objeto de debate en diferentes contextos y situaciones.

Las preguntas posteriores que impulsaron aún más el diálogo pareció que estaba más enfocada en determinar quiénes son dignos de castigar, pues, las preguntas en sí fueron ¿Qué castigo es bueno? ¿Quiénes son aquellos que estén autorizados a castigar? Tanto la primera pregunta como la segunda trajeron bastantes respuestas muy interesantes, pues varios de los participantes opinaron que el castigo no tiene por qué ser algo malo -haciendo referencia a una de las respuestas dichas por un participante en la primera pregunta- y en cuanto a la segunda pregunta se podría decir que varios estuvieron de acuerdo en que realmente nadie está totalmente apto para castigar, ya que nadie es del todo justo y, para poder castigar a otros justamente, el castigador antes tendría que cuestionarse así mismo lo que va a hacer. Y es aquí en dónde entraría otra pregunta lanzada por una de las animadoras relacionada con la finalidad del castigo, pero dentro de una sociedad, la pregunta fue ¿Nos castigan para que seamos lo que la sociedad dicta? Una cafépensadora opino que sí, sin embargo, aclaró que hay personas que no importa que tantas veces sean castigas, pues seguirán haciendo aquello que no es ética o moralmente correcto; por otra parte, un café pensador dijo que el castigo no es más la consecuencia de algo. Es decir, no existe como tal el castigo, sino que existen consecuencias a las que nos llevan nuestras acciones y una manera de clasificar dichas consecuencias es con la palabra “castigo”.

Una reflexión más entró a la plática cuando una café pensadora menciono que quizás uno de los castigos que más nos llega a doler es el que hacemos en nuestra mente, pues la palabra hubiera en nuestras decisiones no puede llegar a atormentar de tal manera que nos puede llevar a cometer acciones como el suicidio.

Si bien el castigo es una consecuencia negativa que se impone como resultado de una acción o comportamiento considerado inapropiado, incorrecto o inaceptable, nada garantiza que castigar una mala acción evite que la persona lo repita. Pues si bien propósito del castigo es disuadir a una persona de repetir un comportamiento no deseado al asociar una experiencia negativa con dicho comportamiento, el ser humano no está siempre dispuesto a aprender.

Por último, el café filosófico termino con las siguientes preguntas ¿Si sufrimos un castigo es válido que lo apliquemos a los demás? ¿Por qué hay una insistencia por parte de instituciones como las cárceles, las iglesias y la propia familia si el castigo no funciona completamente para corregir? Preguntas las cuales, si bien no fueron respondidas en este encuentro, tal vez lo vayan a ser en las mentes de los participantes del café en algún momento que se pongan a reflexionar; o, por el contrario, tal vez les vengan todavía más preguntas a su mente.

¿SE PUEDE VIVIR EN LA VIRTUALIDAD?

El café filosófico estuvo inspirado en el cautivador episodio «San Junipero» de la serie Black Mirror. La conversación llevó a los cafés pensadores a una experiencia que desafío sus perspectivas y que los llevo a explorar los límites entre la realidad y la virtualidad de manera cautivadora.

El escenario se establece con la presentación de este episodio, que se asemeja a un programa terapéutico y actúa como una suerte de rehabilitación para adultos mayores. Pero aquí está el giro: este mundo virtual es una simulación computarizada, diseñada para aquellos en sus últimos momentos de vida o cerca de la muerte. Las dos protagonistas, dos mujeres con historias de vida contrastantes, plantean una pregunta inquietante: ¿Es posible vivir en la virtualidad?

Las discusiones arrancan con la cuestión fundamental: ¿Qué es lo virtual? Los pensadores se sumergen en una apasionante reflexión sobre la naturaleza de la interacción digital. ¿Podemos considerar que estamos verdaderamente interactuando con alguien a través de dispositivos electrónicos? Se desvela la dualidad entre lo que es virtual y lo que es real, generando un intenso intercambio de ideas.

La conversación toma un giro intrigante al explorar si nuestras interacciones tecnológicas, desde las conversaciones telefónicas hasta las videoconferencias, se pueden considerar realmente como «interacciones reales». Pero aquí surge una contra pregunta: ¿Es necesario que la persona esté físicamente presente para que la interacción sea real? ¿Podemos trascender el espacio y el tiempo a través de la virtualidad?

Las opiniones divergentes añaden un nivel adicional de profundidad a la discusión. Algunos argumentan que la virtualidad es una herramienta que amplía nuestra capacidad para estar en diferentes lugares simultáneamente, mientras que otros enfatizan la necesidad de un uso consciente y reflexivo de la tecnología para garantizar su impacto positivo en la humanidad.

El café filosófico nos desafía a reconsiderar la naturaleza de la realidad, la virtualidad y sus implicaciones éticas. ¿Es la virtualidad una herramienta que nos permite trascender nuestras limitaciones espaciales y temporales? ¿O presenta un riesgo para el bienestar de las generaciones futuras? Si estas preguntas te parecen intelectualmente estimulante, abre tu mente a nuevas perspectivas sobre el mundo digital que nos rodea. Para no perderte la oportunidad de participar en esta enriquecedora conversación, estás invitado a los siguientes cafés ¡Te esperamos!

¿PARA QUÉ SIRVE LA SEDUCCIÓN?

A pesar de que solo dos personas ajenas al seminario se unieron en este encuentro café-filosófico, la emoción y el entusiasmo del animador del café no se vieron disminuidos; por el contrario, irradiaba energía para sumergirse en el tema propuesto. La sesión se inauguró mediante la explicación de las pautas del café, las cuales se resumen en levantar la mano para intervenir y mantener un ambiente de respeto al cuestionar ideas en lugar de atacar a las personas.

La velada se inició con un ejercicio de asociación libre, comenzando con la frase incompleta: «La seducción es…». Diversas respuestas surgieron, creando una rica paleta de interpretaciones. Algunos opinaron que seducir implica inducir a otro a hacer lo que uno desea, mientras que otros sugirieron que se trata simplemente de atraer. Un participante compartió que, en su perspectiva, la mejor seducción es aquella que emerge espontáneamente, ya que la autenticidad confiere a la seducción una cualidad placentera en la exploración de alguien nuevo. Sin embargo, otro punto de vista sostuvo que la mejor seducción radica en no planearla, lo que desencadenó un debate sobre si esta práctica careciese de motivo.

Dicho análisis llevó a una conversación sobre si la sutileza en la seducción conduce a malentendidos sobre las intenciones, concordando en que la claridad y la honestidad son esenciales al intentar conocer a alguien. La premisa aquí es evitar inversiones de tiempo y energía en caminos que podrían no fructificar.

El debate se adentró en la cuestión de los límites entre seducción y consentimiento. Algunos participantes plantearon que la seducción puede volverse adictiva, al proporcionar una vía de escape emocional y adrenalina que induce su uso como evasión. Otro punto relevante emergió: el uso de la seducción como forma de elevar la autoestima, con la advertencia de que su mal uso podría resultar en dependencia.

Finalmente, al cierre del encuentro, el animador compartió fragmentos de la trama de la serie de Netflix «Violet Evergarden», con la finalidad de reflexionar sobre si la seducción verdaderamente acerca a las personas o si, en cambio, es un juego donde las reglas son desconocidas para la mayoría. Se instó a contemplar si existe un conjunto de reglas que rigen la seducción.

Sin importar la escasa concurrencia, la pasión del animador mantuvo vivo el espíritu del café filosófico. La sesión se desenvolvió a través de un intercambio intelectual profundo y variado, explorando las sutilezas de la seducción, sus límites y su impacto en las relaciones humanas.

Pinnocho no es un mentiroso

Se presentó un fascinante video introductorio sobre el concepto de filosofía en la ciudad, y se preparó el escenario para adentrarnos en un enriquecedor encuentro temático.

Tras aproximadamente cuatro minutos, el primer tópico del café tuvo por nombre “Pinocho no es un mentiroso”. En esta etapa, se generó un interesante contraste entre la versión clásica de Pinocho, la reinterpretación de Disney y la visión del aclamado director Guillermo del Toro.

Las perspectivas divergentes en relación con las distintas encarnaciones de Pinocho avivaron un animado debate entre los participantes, algunos sostuvieron que la marioneta original era más ingenua que mentirosa, mientras que otros afirmaron que la versión de Disney encarnaba la mendacidad. Estos puntos de vista incitaron a los filósofos en el café a plantear cuestionamientos fundamentales, tales como: ¿Qué define la ingenuidad? ¿Puede la familiaridad con la mentira desembocar en el autoengaño? ¿Tiene la verdad un poder apaciguador frente al daño que causa la mentira? Estas preguntas generaron un fecundo terreno de indagación, dando lugar a nuevas exploraciones, como la noción de que el impacto de la mentira radica en sus repercusiones, así como la importancia de desentrañar los objetivos y motivaciones subyacentes a cada engaño.

Tras una hora inicial de intercambio que abarcó más de diez participaciones activas, se otorgó un breve receso de cinco minutos para recobrar energías. Luego, la discusión prosiguió con el segundo tema del café, inspirado en el cuento del patito feo, bajo el evocativo subtítulo: ¿Quiénes son los raros? Esta pregunta resonó profundamente en la comunidad de pensadores, suscitando un enriquecedor diálogo sobre la percepción de lo atípico y sus implicaciones éticas.

El consenso emergente apuntó a que, si bien lo inusual se distingue por su desviación de lo convencional, no necesariamente implica inmoralidad. Se reflexionó que lo que puede ser considerado extraño tiene el potencial de adaptarse a la normalidad, siempre y cuando se someta a una evaluación crítica y ponderada. No obstante, se destacó la necesidad de explorar si la normalización de lo que se considera raro sería un paso beneficioso.

En suma, este estimulante encuentro café filosófico no solo enriqueció el conocimiento y la introspección de los asistentes, sino que también les proporcionó una plataforma para explorar la complejidad de la verdad, la mentira, la percepción y la normalidad desde perspectivas profundamente reflexivas.

¿QUÉ NOS OFENDE CUANDO NOS OFENDEMOS?

El café comenzó con la pregunta ¿Qué es la ofensa?

Al principio no pareció traer interés en los participantes, sin embargo, esto cambiaría después de unos minutos. Pues varios de los cafépensadores comenzaron a participar. Esto partiendo de la idea de que la ofensa ocurre cuando se acepta que nos han herido.

Luego se abordó el significado etimológico de la palabra “ofensa”, la cual viene del latín ofensa y significa «acción de agredir». Al darse dicha definición, el interés por participar aumento aún más, pasando de dos participantes a siete en los primeros 10 minutos del café.

Después se hicieron dos preguntas que abrieron más la posibilidad de dialogar sobre el tema, estas preguntas fueron: ¿Nos ofendemos porque atacan los puntos sensibles de nuestra personalidad, o porque atacan nuestro ego? ¿Hay una hipersensibilización?

Algunos expusieron que siempre han habido personas que se ofenden si alguien más no piensa como ellas, pero debido a la hiperconectividad del internet, las críticas se toman de forma más personal. Mientras que otros expusieron que, efectivamente, vivimos en una época en la que las personas se ofenden a la más mínima diferencia de opinión.

Se llegó también a la conclusión de que no está mal que nos sintamos ofendidos, pues esto nos permite no callarnos cuando algo no nos parezca correcto.

¿La ofensa parte de la ignorancia? Esta cuestión no pareció causar el mismo efecto que las preguntas anteriores, no obstante, al retomar la pregunta principal ¿Qué nos ofende cuando nos ofendemos? Se pusieron sobre la mesa dos interrogantes más ¿Qué es el bullying y por qué ocurre? Con esto se finalizó el café, con más ideas por reflexionar y cuestionar.

Convivir con los muertos

Octubre ha comenzado y ha traído consigo el otoño; todo lo que había florecido durante la primavera parece estar destinado a perecer en esta época, los días cada vez duran menos y el sol ya no calienta de la misma forma, el día de muertos, está cerca. Es inevitable no sentir el ambiente frío y lúgubre, probablemente así me sentiría si estuviera dentro de una cripta, pero no es así, no estoy dentro de una, y dudo que la cercanía que siento con los muertos tenga algo que ver solo con las fechas.

Desde hace cientos de años, en esta latitud hemos pensado a la muerte de forma peculiar, la hemos visto como algo festivo porque establecimos un día para recordar a nuestros muertos, pensamos que nos visitan y que pueden estar entre nosotros durante algunas horas, todo esto es atractivo, y más cuando observamos las flores con sus intensos colores, probamos el dulce sabor de un pan de muerto o sentimos el calor de las velas que iluminan el camino a nuestros familiares en su trayecto desde el “más allá”, pero, confieso que a pesar ser una de mis fechas favoritas, el día de muertos ya no es el único día en que los mexicanos andamos entre ellos.

Ayer ejecutaron a mi vecino, vivía en el edificio de enfrente, las malas lenguas dijeron que era vendedor de droga, como si eso fuera suficiente para justificar la muerte de una persona. Por la noche, al llegar a mi casa lo vi, estaba cubierto con una tela blanca, alrededor de él había velas y muchas personas, a pesar de que el área estaba acordonada, todos convivían con un muerto. Al día siguiente busqué en las noticias, quería saber qué había pasado y me sorprendió que antes de llegar a la nota del fallecimiento de mi vecino, encontré más respecto a linchamientos y ejecuciones, ajustes de cuentas entre cárteles de droga, asaltos, feminicidios, crímenes pasionales o accidentes. En ese momento lo noté, estamos conviviendo a diario con vivos sentenciados a muerte, no es el mes, tampoco el clima, ni mucho menos la festividad, la cercanía con la muerte radica en la violencia, la desigualdad, la inseguridad que a diario están en cada esquina, en cada barrio y en cada estado, creciendo y acechando a los vivos.

 

Lybni Aceves

AMOR

¿Qué es el amor? Es difícil definirlo, sin embargo, creo que es más fácil describirlo o pensar en las cosas que relacionamos a el, es decir, ¿Quién no se ha enamorado? ¿Quién no ha hecho cosas por amor?

El amor se siente cuando caminas de la mano con alguien que te gusta. Cuando sonríes sin un motivo aparente. Cuando empiezas a hacer cosas que no hacías antes. Cuando sientes mariposas en el estómago. Cuando escuchas Como fue de Beny Moré y se te acelera el corazón. Cuando ves el mundo y ya no te parece tan malo.

El amor es cuando encuentras eso que creíste haber perdido, aunque a veces, también te hace perder cosas.

El amor es correr por la playa mientras bromeas con alguien para después caer recostados en la arena y al mirarse a los ojos, saber que todo está y estará bien. Se siente en tu comida favorita, cuando hablas con tus amigos cualquier tontería, cuando abrazas a tu familia o cuando al entrar a casa te recibe tu mascota.
El amor se siente cuando en tus notificaciones puedes leer mensajes como los siguientes: “Te extraño, muero por verte…” “Gracias por hoy, fue un día lindísimo” “Me quedaría aquí para siempre…” “Te amo…”
El amor es dedicar canciones, poemas, lagrimas, suspiros, desveladas, gritos, risas y sonrisas.

Tu, ¿Cómo sientes el amor?